El Cañón del Sumidero se encuentra ubicado en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, es una formación geológica ocurrida hace alrededor de 12 millones de años, con peñascos que alcanzan una altitud de 1150 metros sobre el nivel del mar, el Cañón del Sumidero es navegable a partir de 1980, luego de la construcción de la presa hidroeléctrica Manuel Moreno Torres, mejor conocida como Presa Chicoasén, es atravesado por el Río Grijalva, que nace en las montañas de Guatemala.
El Cañón del Sumidero, es un estrecho cañón de gran profundidad situado a 5 km de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, México; dentro del municipio de Chiapa de Corzo.
Por su gran riqueza ecológica y ser uno de los cañones más imponentes del mundo, el 8 de diciembre de 1980 se declaró como Parque Nacional Cañón del Sumidero con una extensión de 21,789 hectáreas, la relevancia del cañón del sumidero es tal que forma parte del escudo del estado de Chiapas y también fue nominado para ser una de las 7 Nuevas Maravillas Naturales.
Este cañón es producto de una separación de capas terrestres producto de una falla geológica durante el Pleistoceno, por sus dimensiones y vegetación tropical exuberante, este cañón es un importante atractivo turístico del estado de Chiapas.
El proyecto de conquista del Cañón del Sumidero nace desde la llegada de los españoles a tierra chiapaneca. En 1527, el capitán Luis Marín intenta esta travesía pero falla en su intento.
En 1534 aconteció la memorable Batalla de Tepetchía. Bernal Díaz del Castillo asegura que al no poder vencer Los Chiapas a su enemigo invasor, prefirieron morir arrojándose del peñón de Tepetchía en lo alto del Cañón del Sumidero.
En 1869, el grupo francés de los Hermanos Foudon y Pedro Gastinel, trataron de atravesar el Cañón del Sumidero, falleciendo todos en la aventura.
De 1915 a 1922, el maestro Marcos E. Becerra y un grupo de chiapanecos realizan avances de importancia, pero no se lanzan a la gran aventura; se tiene conocimiento de que fue el primer grupo que exploró la parte superior del Cañón del Sumidero.
El 17 de mayo de 1958, el Heroico Colegio Militar, en una expedición perfectamente equipada, al mando del general y exgobernador de Chiapas, Francisco J. Grajales, se proponen cruzar el Cañón, desistiendo después de muchos contratiempos. Hasta la fecha, esa fue la expedición que más había penetrado el Cañón del Sumidero: unos dos o tres kilómetros desde el paraje La Ceiba.
En agosto de 1959, un grupo capitaneado por Georgie White Clark, la Mujer de los Ríos, penetra un pequeño tramo y regresa, después de constatar que la travesía es superior a sus fuerzas. En ese mismo año, dos meses antes el explorador español Francisco Fernández Alberdi, se internó una mañana en un bote construido por él mismo; nunca se supo de la suerte que corrió dentro del caudaloso Río Grijalva.
En abril de 1960 fue conquistado el Cañón del Sumidero, hazaña que realizó el grupo chiapaneco Pañuelo Rojo. El 31 de marzo de 1960; antes de esa fecha el cañón del sumidero estuvo inexplorado en sus 25 km de longitud.
La manera más cómoda y habitual de llegar es en automóvil, autobús o pagando un recorrido guiado que puede incluir un recorrido en lancha y al complejo ecoturístico que está frente a la presa Chicoasén. Se toma la carretera de Tuxtla Gutiérrez hasta los miradores del Cañón.
Otra alternativa, la más espectacular por su sensación de aventura, es llegar en lancha, se puede zarpar desde los embarcaderos de la Rivera de Cahuaré o de la ciudad de Chiapa de Corzo.
Los gradientes de luz y calor sobre las paredes y salientes, y los abundantes escurrimientos propician varios microclimas que se observan en la vegetación y la fauna a diferentes alturas, mientras que en las profundidades salpicadas por murallas calcáreas de caprichosas formas resaltan verdes y rojas, 1,000 metros arriba hay pinos y encinos.
En las laderas con pendientes suaves menos iluminadas, hay ceibas, ocotes y ramones donde se refugia el mono araña y hocofaisan, a salvo de los cocodrilos que merodean. Los jaguares y otros felinos que habitaron estos parajes han sido desplazados por la presencia humana, no así numerosas variedades de aves a las que aún les sobra espacio para mantenerse a distancia como halcones, patos, garzas, pelicanos y en un día de suerte, puede apreciarse algún águila arpía.
Desde el primer mirador, “La Ceiba”, se vislumbra hacia la derecha Chiapa de Corzo, y ya en un plano más cercano se percibe con claridad cómo las paredes van tomando altura paulatinamente y el Río Grijalva queda apenas como una superficie móvil, a través de la cual las lanchas se adentran en los desfiladeros con sus visitantes.
Desde el segundo mirador “La Coyota”, se observan las proporciones de las inmensas paredes; tan altas resultan ser, que sólo se iluminan cuando el sol se encuentra en el cenit, pues fuera de esos momentos unas a otras se obstruyen el paso de la luz y esto, claro, determina la cantidad y tipo de vegetación que alberga, pues ésta varía de acuerdo con las condiciones de humedad existentes, la exposición al sol y los tipos de suelo en donde sujetan sus raíces.
En el mirador el “Roblar” es preciso caminar por un largo sendero empedrado entre árboles y arbustos, que se presta para contemplar las aves y otras especies de fauna, que deambulan normalmente por la selva baja y mediana que llega hasta los acantilados. Desde la terraza, las vistas de las paredes siguen siendo impresionantes y la vegetación, que se afianza para no caer, resalta aún más las enormes rocas verticales.
El mirador “El Tepehuaje”, el cuarto del recorrido, permite ver gran cantidad de aves que se balancean, apenas con extender sus alas, por las corrientes de aire que transitan por la parte alta del Cañón del Sumidero. Seguramente podrás observar las dos especies de zopilotes más comunes, el de cabeza gris (Coragyps atratus) y el de cabeza roja (Cathartes aura), que son algunas de las aves más conspicuas, sobre todo en las partes altas, pues anidan en las oquedades que las paredes del cañón ofrece, sin que tengan las molestias que otros depredadores les causan a sus polluelos en otras circunstancias.
El mirador “Los Chiapa”, es el último por estar localizado en uno de los recodos más pronunciados que las paredes forman, prácticamente permite observar el cauce del río en unos noventa grados, que desaparece a la izquierda, en una superficie confinada cientos de metros por debajo del mirador.