Situada en la Plaza de armas del municipio de Chiapa de Corzo, luce resplandeciente la fuente que dignamente representa ante el mundo a un pueblo místico, lleno de leyendas, que aún con el pasar de los años siguen sorprendiendo a las nuevas generaciones, haciendo de este lugar, una atracción turística nacional e internacional.
Tarde a tarde se puede observar como los autobuses, minivans, coches y camionetas buscan un lugar donde aparcarse y puedan así sus ocupantes, bajar a explorar un pueblo chico en extensión pero grande en tradición y cultura.
No importa en qué parte de los siete mil metros cuadrados que tiene aproximadamente la plancha del parque se ingrese, la magia arquitectónica de ocho caras me atrapó; el ver a la gente sentada a sus alrededores me hizo imaginar que así se reunían las chiapanecas para sociabilizar en la época posterior a la conquista.
El misticismo lo pude sentir, y aunque notablemente acaba de sufrir una remodelación por parte de las autoridades municipales; aún se conserva ese estilo Mudéjar de perfecta unión de ladrillos rojos, mismos que acobijan en el centro de la construcción a una fuente muy especial, ya que al acercarse se puede notar que debajo del agua hay varias monedas de diferentes denominaciones.
No pude evitar el transmitirle a mis hijos una de las historias que mi padre me contaba acerca del motivo del dinero en el fondo de la Pila de Chiapa de Corzo; según esa historia, los visitantes que deseen que la fuente les conceda un deseo, primeramente se debe hacer la petición de frente sujetando una moneda con la mano derecha, al concluir la súplica se coloca uno de espaldas y en un acto de Fe se arroja la moneda hacia atrás, la cual deberá caer dentro del primer y más chico recipiente de agua, para que lo que se haya pedido pueda cumplirse cabalmente. Cabe hacer mención que tristemente casi me quedo sin efectivo de tanto que arrojamos con mi familia sin tener tino alguno.
Como premio de consolación caminamos hacia unos triciclos que venden los tradicionales chicharrones en sus diferentes presentaciones, las crujientes palomitas con sal, los elotes, esquites y por último pero no menos importante, los curtidos de nance y de jocote. Mientras comprábamos me di cuenta que la actitud de algunos vendedores para con las personas que intentan estacionar sus coches a línea de calle del parque, es de cierta forma negativa, ya que muestran gestos de molestia e incluso emiten comentarios ofensivos para cuando algún chofer intenta estacionarse cerca; independientemente de lo groseros que puedan ser, también toman una actitud arrogante sintiéndose dueños del espacio en la calle, marcando su territorio en demasía con sillas o botes que impiden aún más el libre estacionamiento.
Considero que el gobierno debe de agrupar a los vendedores dentro de una superficie perfectamente bien delimitada, para evitar discusiones con los choferes que desean encontrar un lugar donde aparcar su automóvil; así también seria de vital importancia sensibilizar a los comerciantes informales la importancia de tratar bien al turismo, ya que dependiendo de la experiencia vivida por cada uno de los visitantes, es sinónimo de la buena o mala publicidad que puede recibir el parque.
A manera de ignorar tan lamentable momento, comenzamos a caminar hacia un árbol que por su grandeza llama su atención, en efecto, me refiero a esa frondosa Pochota que esta salvaguardada con una cerca perimetral de malla; entre la frescura de su sombra y el ruido de los pájaros, vienen nuevos recuerdos de otras leyendas que me fueron contadas, como el de los místicos enanitos que salen en la noche, o también de cómo la Pochota fue testigo de muchos ahorcamientos de personas y de supuestos traidores a la patria.
Dentro de la lista de ejecutados, hay uno en particular que no puede dejarse de mencionar, el Coronel Enrique Verdi, quien fuera sentenciado a muerte por haber violado y matado a una niña vendedora; su muerte estuvo llena de comentarios populares en los que cuentan que él tenía un pacto con el diablo, ya que al quitarle la camisa se percataron que tenía un tatuaje con la imagen del demonio, y porque también momentos después de su muerte, la plaza fue sacudida por un torbellino, dando por asentado entre los asistentes que era el espíritu del oficial que estaba siendo llevado por el mismísimo Diablo. La Pochota presenció el fin de su vida, para también fue testigo del nacimiento de la leyenda del “Brujo Grande”.
Por todo lo anterior tengo a bien recomendar visitar la pila de Chiapa de Corzo, misma que orgullosamente representa la grandeza de un pueblo chico, tan lleno de magia, de cultura, de tradiciones y de leyendas.