La Pila de Chiapa de Corzo

Situada en la Plaza de armas del municipio de Chiapa de Corzo, luce resplandeciente la fuente que dignamente representa ante el mundo a un pueblo místico, lleno de leyendas, que aún con el pasar de los años siguen sorprendiendo a las nuevas generaciones, haciendo de este lugar, una atracción turística nacional e internacional.

Tarde a tarde se puede observar como los autobuses, minivans, coches y camionetas buscan un lugar donde aparcarse y puedan así sus ocupantes, bajar a explorar un pueblo chico en extensión pero grande en tradición y cultura.

No importa en qué parte de los siete mil metros cuadrados que tiene aproximadamente la plancha del parque se ingrese, la magia arquitectónica de ocho caras me atrapó; el ver a la gente sentada a sus alrededores me hizo imaginar que así se reunían las chiapanecas para sociabilizar en la época posterior a la conquista.

El misticismo lo pude sentir, y aunque notablemente acaba de sufrir una remodelación por parte de las autoridades municipales; aún se conserva ese estilo Mudéjar de perfecta unión de ladrillos rojos, mismos que acobijan en el centro de la construcción a una fuente muy especial, ya que al acercarse se puede notar que debajo del agua hay varias monedas de diferentes denominaciones.

No pude evitar el transmitirle a mis hijos una de las historias que mi padre me contaba acerca del motivo del dinero en el fondo de la Pila de Chiapa de Corzo; según esa historia, los visitantes que deseen que la fuente les conceda un deseo, primeramente se debe hacer la petición de frente sujetando una moneda con la mano derecha, al concluir la súplica se coloca uno de espaldas y en un acto de Fe se arroja la moneda hacia atrás, la cual deberá caer dentro del primer y más chico recipiente de agua, para que lo que se haya pedido pueda cumplirse cabalmente. Cabe hacer mención que tristemente casi me quedo sin efectivo de tanto que arrojamos con mi familia sin tener tino alguno.

Como premio de consolación caminamos hacia unos triciclos que venden los tradicionales chicharrones en sus diferentes presentaciones, las crujientes palomitas con sal, los elotes, esquites y por último pero no menos importante, los curtidos de nance y de jocote. Mientras comprábamos me di cuenta que la actitud de algunos vendedores para con las personas que intentan estacionar sus coches a línea de calle del parque, es de cierta forma negativa, ya que muestran gestos de molestia e incluso emiten comentarios ofensivos para cuando algún chofer intenta estacionarse cerca; independientemente de lo groseros que puedan ser, también toman una actitud arrogante sintiéndose dueños del espacio en la calle, marcando su territorio en demasía con sillas o botes que impiden aún más el libre estacionamiento.

Considero que el gobierno debe de agrupar a los vendedores dentro de una superficie perfectamente bien delimitada, para evitar discusiones con los choferes que desean encontrar un lugar donde aparcar su automóvil; así también seria de vital importancia sensibilizar a los comerciantes informales la importancia de tratar bien al turismo, ya que dependiendo de la experiencia vivida por cada uno de los visitantes, es sinónimo de la buena o mala publicidad que puede recibir el parque.

A manera de ignorar tan lamentable momento, comenzamos a caminar hacia un árbol que por su grandeza llama su atención, en efecto, me refiero a esa frondosa Pochota que esta salvaguardada con una cerca perimetral de malla; entre la frescura de su sombra y el ruido de los pájaros, vienen nuevos recuerdos de otras leyendas que me fueron contadas, como el de los místicos enanitos que salen en la noche, o también de cómo la Pochota fue testigo de muchos ahorcamientos de personas y de supuestos traidores a la patria.

Dentro de la lista de ejecutados, hay uno en particular que no puede dejarse de mencionar, el Coronel Enrique Verdi, quien fuera sentenciado a muerte por haber violado y matado a una niña vendedora; su muerte estuvo llena de comentarios populares en los que cuentan que él tenía un pacto con el diablo, ya que al quitarle la camisa se percataron que tenía un tatuaje con la imagen del demonio, y porque también momentos después de su muerte, la plaza fue sacudida por un torbellino, dando por asentado entre los asistentes que era el espíritu del oficial que estaba siendo llevado por el mismísimo Diablo. La Pochota presenció el fin de su vida, para también fue testigo del nacimiento de la leyenda del “Brujo Grande”.

Por todo lo anterior tengo a bien recomendar visitar la pila de Chiapa de Corzo, misma que orgullosamente representa la grandeza de un pueblo chico, tan lleno de magia, de cultura, de tradiciones y de leyendas.

El Rincón de Josefina

Me di la oportunidad de visitar el restaurante que es conocido y autonombrado como la casa de los chilaquiles, para probar el sabor de una cocina que ha tenido sus puertas abiertas desde 1986, misma que ha sabido mantenerse en el buen gusto de la sociedad chiapaneca.

Para acceder al estacionamiento se tiene que descender de la línea de calle, pero conforme se va bajando, se va uno sumergiendo en un rinconsito lleno de naturaleza viva, en donde el color verde predomina y el aire comienza tener cierta frescura.

Cabe mencionar que el nombre del establecimiento es exactamente una descripción física del negocio, ya que se ubica en un rincón del Hotel la Hacienda; pero en cuanto a Josefina, me imaginé por un momento que era el nombre de la dueña, llevándome la grata sorpresa, que optaron por llamarle así, en honor a la abuelita de la Sra. Aida Pastrana, la propietaria del lugar.

Un pequeño pero muy verde pasillo es la entrada a ese rincón, en el que curiosamente mientras elegíamos donde sentarnos mi esposa y yo, todo lo que mis ojos podían ver, me trasladó mágicamente a esos comedores rústicos donde alguna vez comí de niño.

El personal que no se encuentra uniformado, los ruidos de las hojas que son movidas por el viento, la música hasta cierto punto con más volumen de lo tradicional, pero sin llegar a ser molesto, esas paredes descubiertas parcialmente de repello que dejan ver el color rojo de los ladrillos (cómo cual mujer coqueteara elegantemente) lograron hacerme sentir en conjunto las raíces de mi tierra, es decir, mi pueblito querido.

Se acerca una joven mesera con actitud fresca y natural (sin preocupación por algún protocolo) para tomarnos la orden y al mismo tiempo se tomó la molestia de explicarnos promociones y paquetes que tienen previamente impresos en la carta y hacernos recomendaciones; cabe señalar que todos y cada uno de los platos contienen chilaquiles (fue ahí donde comprendí porque se autodenominan: la casa de los chilaquiles).

La única entrada que ofrecen es una rica sopa de chipilín, que para el paladar de mi hermosa acompañante fue una de las mejores sopas de chipilín que ha degustado, desafortunadamente yo opté por sopear ese rico pan dulce en el café.

El tiempo de espera para que nos sirvieran el plato fuerte, fue dentro de lo tolerable; las órdenes de cecina y arrachera nos las sirvieron con una guarnición de frijolitos, aguacate y un tamalito de chipilín (que para nuestro humilde paladar en cuestión del tamal, algo le hace falta), teniendo como fondo en el plato a los famosos y tradicionales chilaquiles.

Yo no sé si la emoción estaba vigente del recuerdo de mi pueblito, pero en especial los chilaquiles en cada bocado que daba, irremediablemente me trasladaba a ese sabor que solo se podía conseguir en épocas pasadas de la vieja cocina de pueblo, en el mejor de los sentidos.

Los precios que una persona en promedio que puede gastar en el desayuno oscila entre los $100 y $140 pesos, que en relación al sabor, calidad y cantidad me parecieron accesibles y más aún si agregamos el plus del buen ambiente que hay y del buen servicio que ofrece el personal, que aunque no sea especializado, sí obtuvimos una atención a muy buen nivel e incluso mucho mejor que otros restaurantes que hemos visitado.

Sin lugar a dudas este es un negocio que también ha trascendido a través del tiempo y ha salido victorioso en la constante lucha de seguir dentro de la lista de los mejores restaurantes dentro de la ciudad, dicho logro había sido un esfuerzo solo de la primera generación de dueños, pero al día de hoy, es un esfuerzo combinado con una segunda generación.

Tuvimos la suerte de conocer a la gerente e hija de la Sra. Aida Pastrana, la cual tuvo la gentileza de ofrecernos gustosamente una promoción para nuestros lectores; dando el 20% de descuento en el consumo general, en cualquier día de la semana con el simple hecho de comentar que dicha oferta la leyeron en esta página. No aplica con otras promociones.

Restaurante “Flamingo”

Años de sobrevivir a explosiones de aperturas de nuevos restaurantes en nuestra ciudad capital de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; hay uno en especial, que ha logrado trascender a través de los años (desde 1967 para ser exactos) consiguiendo que sus comensales siembren involuntariamente en sus hijos, la costumbre de visitar al restaurant “Flamingo”. Convirtiendo ese hábito, en una herencia de generaciones.

Me atrevo a mencionar lo antes citado, producto de lo que ha sucedido en mi familia, mi padre es responsable de que tenga la fortuna de conocer dicha empresa; así también, hace un par de años tuve a bien llevar a mi familia, por lo que mi hijo mayor tiene frecuentemente la tendencia de querer degustar tan rica tradición.

Una música de fondo te recibe al cruzar la puerta de entrada, misma que en conjunto con las mesas y sillas te trasladan irremediablemente a los 80´s, los recuerdos de mi niñez y adolescencia vienen a mi mente, junto con un ligero aire de nostalgia y melancolía.

El recurso humano se hace presente con un alto sentido de vocación a servir, puesto que se acerca uno de los dos meseros para recibirnos y darnos una educada bienvenida, en la que nos mencionó su nombre, el cual era Alejandro; posteriormente nos ofreció algo de tomar, mientras nos proporcionaba la carta.

Mientras mi esposa decidía que iba a desayunar, me di la oportunidad de contemplar la infraestructura del establecimiento, siendo la madera un elemento muy importante en el diseño e imagen, debido a que se encuentra en paredes, columnas, y en la barra de bebidas; es de notar el buen mantenimiento y conservación que existe.

El lugar cuenta con un pequeña terraza, para aquellos que gustan de fumar; así también hay un pequeño espacio pensado en los niños, en el que se encontraba un brincolin desinflado (me imagino, lo han de inflar los fines de semana o salvo petición de algún pequeño visitante).

Después de unos minutos de espera y de haber ordenado nuestros alimentos a nuestro camarero, vi como una ventana se abría y casi al mismo tiempo se escuchó el sonar de una campanita que anunciaba un platillo preparado; pero éste, antes de ser servido, es revisado por el encargado, quien se percató que los “Huevos motuleños” que había pedido mi esposa estaban demasiado secos, regresándolos de nuevo a la cocina para su correcta presentación.

Los colores tan vivos en nuestros platos hacían ver que nuestros alimentos estaban frescos y de buena calidad, verdaderamente ningún detalle a la vista, todo lo servido se antojaba comerlo, por lo que sin dudar, acudimos a los tenedores para iniciar el festín.

En lo personal, no encuentro palabras para describir la textura, aspecto, sabor y el agradable olor de esas “Puntas de filete al albañil”, todo lo que mis ojos habían visto, simplemente se quedaron cortos, no encontré un solo detalle, nada que no me agradara, bastó darle sólo un bocado para declararme fan nuevamente de Flamingo.

Otros de los puntos destacables del negocio, es la limpieza del lugar, incluyendo los sanitarios, mismos que lucen renovados y que sólo tienen un detalle, no cuenta con acceso para discapacitados, desafortunadamente nada es perfecto, siendo éste, un pequeño gran problema, que espero busque la administración como solventarlo.

En cuanto a los precios y en relación al sabor y calidad de los alimentos, considero que es muy accesible, debido a lo satisfechos que quedamos por el módico costo de $210.00 pesos ya con el servicio incluido, el cual cabe destacar, es de manera voluntaria y en ningún momento fue solicitado.

El Flamingo es un restaurant que no necesita de espectaculares, ni de grandes campañas de publicidad; la actual administración ha apostado a la tradicional estrategia de ser recomendado, coloquialmente dicho “de boca en boca”. Aportando mi granito de arena con esa tendencia, moralmente me siento deseoso de recomendarlo ampliamente.

Restaurante “Oasis”

No hay fecha que no se cumpla, ni hora que no llegue, un viejo compromiso habría que cumplir; la promesa de llevar a mi socio y amigo a degustar un rico plato de chilaquiles en salsa roja había llegado.

9:45 a.m. llegamos al restaurant “Oasis” del Hotel “Palace Inn”, el cual te recibe con un ligero ruido de una fuente, misma que independientemente que es grata a la vista, funge un papel como de relajamiento auditivo, haciendo una perfecta armonía con las plantas del jardín, las mesas y sillas, incluso las paredes de vidrio que dividen en dos zonas el establecimiento, la interior y exterior.

Desafortunadamente no tuvimos tanta suerte de encontrar mesa disponible cerca de la entrada en el área exterior, teniendo como única opción sentarnos al fondo del pasillo, para mínimo poder apreciar la naturaleza de cerca.

Al principio, el personal de servicio, nos atendió de manera normal y hasta cierto punto dentro de los tiempos permitidos o razonables de espera, ofreciéndonos algo de tomar y proporcionándonos la carta. Sintiendo poca necesidad de consultarla, pues ya teníamos más que claro que íbamos a desayunar.

La conversación entre nosotros, como siempre, fluyó casi de manera instantánea, entre recuerdos de reencuentros de la preparatoria y las malas experiencias con los fraudes en la compra venta de automóviles, los minutos fueron transcurriendo; hasta que de repente sentimos un abandono total por parte de los dos únicos meseros que trabajan en el turno.

Resulta que era hora del lonche del personal o al menos eso concluimos, al verlos que muy a gusto estaban tomando su cafecito con pan, se miraban tan cómodos, que me daba pena interrumpir, pero las ganas de alimentarme fue mayor, por lo que no dude en llamarles y pedir que nos tomaran la orden.

De la cocina solo puedo agradecer por dejarme bien con los comentarios y promesas que hice a mi amistad, ya que he de reconocer que dentro de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, no hay competencia alguna para los chilaquiles que ahí sirven, son un verdadero agasajo para el paladar, tanto que en el momento me hizo olvidar cualquier mal sabor producido por parte de los camareros. Aunque tal pareciera que éstos, estuvieran empeñados en realizar una mala atención, puesto que solicitamos otra bebida y nuevamente estaban físicamente presentes pero mentalmente creo estaban en el país de las maravillas conociendo a Alicia.

Dentro de las impresiones por parte de mi socio con respecto a los alimentos que consumimos, coincidió en lo supremo del sabor, dándole una calificación de 9.5 a los chilaquiles (la verdad, considero muy reservado esa evaluación, pero es su criterio y es muy respetable).

Refiriéndome al resto de los alimentos que sirven, puedo ser honesto y decir que tienen un buen nivel, haciéndole competencia a cualquier franquicia nacional o extranjera, siendo incluso de mejor calidad y sabor.

Pareciera ser este el lugar perfecto y lo fuera, de no ser por el pequeño pero a la vez gran detalle del servicio, por lo que tengo a bien recomendar un poco más de capacitación y concientización al personal encargado de la atención directa al público.

Toda la armonía del diseño arquitectónico, los espacios y detalles, la naturaleza que se puede apreciar y hasta cierto punto respirar, la buena cocina combinada con precios accesibles, hacen que el satisfacer una necesidad básica como lo es el desayunar, sea todo un momento de placer, relajación y gozo.

Restaurant Buffet “La Calabaza”

Dentro de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, existen pocos restaurantes que dan el servicio de buffet todos los días de la semana, siendo “La Calabaza” el lugar favorito de comensales que se reúnen bajo cualquier pretexto, llámese cumpleaños, trabajo o para ponerse al día con las noticias de los últimos acontecimientos sociales de sus amistades y/o familiares.

Cumpliendo con una cita de amistad previamente acordada, llegué corriendo al restaurant con más de 30 minutos de retraso, por lo que como loco quería aparcarme justo a un costado del acceso, ignorando que el establecimiento cuenta con dos estacionamientos para la comodidad de sus visitantes.

Al entrar fui recibido por una hermosa señora, misma que ostenta el puesto de hostess, cabe mencionar que la calidez de su atención y la amabilidad con la que trata a los visitantes, logra detonar casi instantáneamente el sentimiento de tranquilidad. Por lo que después de darme la bienvenida, gustosamente me acompañó hasta la mesa donde se encontraba aguardando mi amistad. El buen trato por parte del personal se seguía sintiendo, puesto que apenas me empezaba a acomodar en la silla y uno de los ocho meseros se acercó para recibirme y preguntarme si se me ofrecía algo de tomar.

Creativamente hay siete letreros colgantes de madera en su interior, mismos que facilitan información a los clientes de las diferentes secciones de alimentos y bebidas.

El primer anuncio a mi derecha es el denominado “Rincón chiapaneco”, donde hallé el café de olla y el chocolate de olla calientito, que pese a que se veía de buen tomar, seguí mi camino hasta llegar a la zona de “Jugos y cereales” en la que exhiben bebidas frías, como el tradicional chocomilk, los jugos de naranja y el jugo verde.

Nuestros Guisos

Nuestros Guisos

El letrero “Nuestros guisos” anuncia diferentes tipos de guisados y guarniciones, tres de cada uno para ser exacto. A un costado se localiza “Antojitos regionales” en donde se pueden encontrar tacos fritos, empanadas, cuatro opciones de tamales, plátanos fritos y los verdaderamente ricos frijoles refritos.

Conforme lo que hasta ahí había visto, mi apetito creció, sintiendo que era inútil seguirme haciendo de la boca chiquita, por lo que tomé un plato para servirme una porción de chilaquiles, aunque lamento haberme servido después de mi amistad, ya que sin poder hacer nada, vi como arrasó con el queso fundido; embargándome el sentimiento Chino: “Puro Milal”

Formando parte de mi dieta y haciendo acto de presencia, los taquitos fritos, los frijoles y los plátanos fritos sirvieron de guarnición en mi primer plato. El letrero de “Quesadillas” hizo que sin importar las calorías, pidiera al cocinero me preparara unas de jamón con tocino de puerco. Lo cual cabe destacar que nuevamente el recurso humano y su amable disposición es algo muy destacable de la empresa.

Al comenzar a degustar mis alimentos, encontré un sabor rico y fresco en ellos, pero algo en particular llamó la atención tanto de mi amistad como la mía, eran los plátanos fritos, al intentar masticarlos se sentía una cierta dureza en ellos; no conforme con la situación, me levanté para cuestionar al cocinero, el cual gentilmente argumentó que los platanitos se ponían duros, debido a que todavía no alcanzaban su madurez, es decir, que algunos estaban verdes. Considero un error de la administración haberlos proporcionado para su cocimiento, siendo preferible mejor anunciar que se encontraba agotado.

Otro detalle, fue ver una charola que contenía “Carnitas estilo Michoacán”, pero sin importar donde viéramos, jamás encontramos tortillas, sintiendo frustración por no poder prepararnos unos taquitos suaves, así mismo consideramos inútil probar una salsa verde que simplemente quedó en la imaginación su sabor.

Independientemente de los incidentes mencionados con anterioridad, nos dispusimos a disfrutar del resto de los alimentos, todos y cada uno de ellos hicieron que poco a poco fuera quedando en el olvido ese mal sabor de boca producido por los plátanos fritos; desde los tamalitos hasta las presas de pollo en salsa verde, fungieron como un verdadero festín para el paladar.

El ambiente que se percibía era agradable, sin importar a donde mirara, sólo podía ver rostros sonriendo que reflejaban comodidad, satisfacción y alegría; y más aún, cuando lentamente salía la hostess de la cocina con un pastelillo que llevaba una velita prendida y un sombrero de colores que tenía como destino la cabeza de algún afortunado cumpleañero. Sin importar el número de acompañantes, todos eran motivados para cantar las tradicionales mañanitas.

La limpieza del lugar es bastante buena a excepción de los baños, aunque puede ver que tenazmente vacían los botes de basura, es notable la diferencia de limpieza con respecto al retrete, ya que denota su frecuente uso, debido a la cantidad de visitantes que me imagino ha de recibir durante el desayuno; considero importante la constante supervisión y aseo de este espacio para lograr así una mejoría de calidad.

Los precios del restaurante varían de acuerdo al día que se visite, siendo miércoles el más económico para ir, teniendo un costo de $129.00 pesos; los días lunes, martes, jueves y viernes asciende a $149.00 pesos; y por último, los sábados y domingos, manejan un precio de $189.00 pesos.

En general “La Calabaza” es un restaurant que poco a poco va forjando y escribiendo su propia historia, logrando ser para sus visitantes, un punto de reunión por excelencia en el que pueden degustar una buena y rica gastronomía en compañía de sus seres queridos dentro de un contexto armoniosamente relajante.

Zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZOOMAT)

Hace algunos días tuve la oportunidad de visitar uno de los zoológicos más originales y llenos de vida de toda América Latina; el zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZOOMAT). Esta belleza natural se encuentra a escasos 15 minutos del centro de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, encallado en un área protegida llamada El Zapotal.

Mi aventura inició desde la entrada misma; la bienvenida me la dieron cuatro túneles por los que atraviesa una pequeña corriente de agua, en la que viven peces y tortugas, mismos que hacen de puerta de acceso a la diversión y disfrute de la impresionante vegetación y animales de la región.

La primera actividad se encuentra incluso antes de llegar a la taquilla. Se trata de varios puentes colgantes hechos de madera y cuerda, sostenidos en lo alto de los árboles. Es una osadía que es imposible de perderse, por lo que sin dudar pagué $10.00 pesos, los cuales me dieron acceso a tan inigualable sensación de miedo a caminar por la cuerda floja de altura.

El acceso al zoológico es de $20.00 pesos; considero una de las mejores inversiones, ya que gracias a la experiencia antes vivida, la adrenalina no había abandonado mi cuerpo, encontrándome deseoso de fungir como explorador.

Hay que reconocer la creatividad que tuvo la administración del zoológico de pintar unas huellas de color amarillo sobre el piso, éstas indican a los caminantes la ruta a seguir del recorrido; señalamiento divertido que es común ver a los niños intentar pisarlas fielmente.

Siguiendo el camino amarillo, me llevó al Museo cocodrilo, un espacio dedicado a la conservación de este poderoso lagarto, en el que pude conocer de manera didáctica la información de este coloso. Lo que me sorprendió más, fue el espacio abierto en el que hay un estanque con cocodrilos vivos que pueden contemplarse a un par de metros; que a pesar de estar seguro detrás de un muro, pude sentir desasosiego de lo imponente que es.

El herpetario, es un espacio dedicado a los siempre temibles reptiles y a los anfibios, los cuales están contenidos en terrarios que me permitieron admirarlos en todo su esplendor. Serpientes venenosas y no venenosas dan vida a este espacio que me guardaba otra sorpresa, las tortugas. El lugar tiene un espacio dedicado a esta tranquila y antigua especie, la más interesante, la tortuga de 3 lomos; que tiene un caparazón irregular, un cuerpo muy ancho y patas con grandes garras.

En medio de enormes árboles que ofrecen una esplendorosa sombra, me encontré con el primero de los espacios dedicados a descansar (al cual le di gracias en silencio). Esta divertida área está pensada para que los visitantes puedan tener un espacio para un picnic, ya que cuenta con mesas y bancas de cemento. Obvio, no dejé pasar la oportunidad, y aunque no llevaba ningún alimento sentí alivio al encontrar una pequeña tienda en la cual pude comprar un jugo y una torta.

Algo simpático que aprecié en mi receso, fue ver que hay por doquier visitantes llamados Guaqueques, es un pequeño mamífero con pequeñas orejas redondas y de largas patas delgadas que se encuentra en libertad y que se pasea sin temor alguno por esta zona, en busca de algún pedazo de alimento que le den los visitantes; también hicieron acto de presencia las chachalacas. Es increíble ver que tan acostumbrados están estos animalitos a la presencia de los humanos que difícilmente se asustan.

A lo lejos se escuchaba lo que sería mi siguiente parada. Un conjunto de varias jaulas con diferentes especies de cotorras y loros. El escándalo que hacen es igual de enorme que su belleza.

Por primera vez, temí seguir el camino amarillo, ya que este me llevó al Insectario. Admito que me puso nervioso ya que desde niño he sentido gran temor por las arañas de cualquier especie, grandes o pequeñas no me importa, el miedo es el mismo; con el poco valor que me quedaba aligeré mi caminar, viendo de reojo a grandes arañas, escorpiones y demás bichos con aspecto digno de película de terror.

La jaula de los monos arañas relajó mi tensión, ya que a simple vista se ven juguetones, bromistas e inquietos, demostrando una agilidad en todo lo que hacen e incluso para saltar entre árboles, haciendo ver esta hazaña como algo simple de hacer; definitivamente no se ven tan peligrosos como una araña aunque en su nombre lleven la misma palabra.

Ya más relajado llegué a un enorme aviario, en el que se pueden apreciar a más de 30 especies de aves silvestres, canoras y plantas de ornato del estado de Chiapas sin mallas ni cristales de por medio, además de una gran colección de huevos y plumas de diferentes especies.

Uno de los momentos más álgidos fue mi visita a la casa nocturna. Un espectacular espacio acondicionado de manera especial en el que no entra la luz solar, el cual simula un ambiente que permite contemplar a los mamíferos en su hábitat nocturno. Ya que estos animalitos duermen de día; Siguiendo con las indicaciones de un letrero que dice: “Espera unos segundos hasta que tus pupilas se adapten a la oscuridad”, me sentí otra vez como un niño. El silencio, la oscuridad y los animales como: zorrillos, murciélagos, armadillos y tlacuaches hacen de este espacio algo mágico.

Al salir de la casa nocturna me encontré con un choque de realidad, además de la luz del sol en todo su esplendor, el recorrido cambió de manera significativa, todo a partir de ese momento es cuesta arriba. Ahora sí, me dije, a poner a prueba todas las horas de cardio invertidas en el gimnasio. Y aunque el paseo se vuelve más físico por los senderos ascendentes, verdaderamente es un esfuerzo que bien vale la pena.

Una majestuosa guacamaya roja me hizo recordar, a los antiguos jefes prehispánicos ataviados con hermosas plumas sobre sus cabezas. El quetzal fue otra de las grandes revelaciones de este zoológico, un ave mágica tan característica y venerada desde hace siglos en esta parte de México. El águila arpía, el águila cola blanca, el zopilote rey, la lechuza y otras aves majestuosas pude apreciar mientras el sudor comenzaba humedecer mi ropa. La experiencia y la caminata en verdad valieron la pena.

Encontré cercos simulando el habitad natural de animales como: el tierno venado cola blanca que me hizo recordar la película Bambi, la divertida nutria con toda su energía que hasta parece que tuviera una sobredosis de chocolate, el jabalí, el tapir, el cauteloso coyote, las siempre apacibles iguanas gigantes, hasta los siempre temibles felinos.

Dentro de los felinos más temidos que habitan el ZOOMAT, como lo es el leoncillo o el puma, el que más impresiona de todos por su enorme tamaño y aspecto es el emblemático jaguar. Mismo que por un momento me hizo sentir frustración al no poder encontrarlo, pero dicen que la esperanza muere al último, después de varios minutos de búsqueda, logré ver lo imponente que es, haciendo honor, a ser el felino más grande de América y el tercero en el mundo sólo después del tigre y el león.

Es también de agradecer al ZOOMAT que haya puesto un área gourmet en la cima, ya que es un pretexto para sentarse y que los compañeros de recorrido no pudieran notar mi falta de condición física.

Sin duda alguna, fue una experiencia única, en el que se aprende y conoce más de nuestra madre naturaleza y de sus habitantes salvajes. Por algo este zoológico es considerado único en su especie en toda América Latina.

Centro de Convivencia Infantil

Una lluvia de sentimientos encontrados tengo al visitar este parque, recuerdos de mi infancia y de los años en los que el único problema que embargaba a mi ser, era que el día tuviera más horas y de que la luz del sol tardara en meterse.
Desde el estacionamiento se puede observar algunos juegos mecánicos, a través de la barda perimetral de malla, misma que al cruzarla puede uno olvidarse de los problemas agobiantes del diario vivir y dejarse atrapar por la diversión, los juegos, la naturaleza y los antojitos que bien han logrado sobrevivir por más de tres décadas.
A pesar de tener una serie de remodelaciones, que a mi juicio no han sido concluidas ninguna de ellas, se percibe un aire de descuido y de deterioro tanto del lugar como de algunos juegos, basta alzar la mirada y ver el letrero en el marco de la entrada principal al parque, mismo que anuncia el nombre de éste, le hacen falta tres letras, dejando a la buena imaginación e interpretación de sus visitantes la complementación de las palabras.
Comienzo la aventura de caminar por el parque tomando la primer decisión: iniciar el recorrido por la derecha o por la izquierda; el cual debo admitir que no me costó mucho trabajo definir, ya que a mi derecha los clásicos juegos de ferias hacían el ruido mágico que irremediablemente te hace voltear y querer ir lo más pronto posible, cabe mencionar que dichos juegos sólo son para un público infantil; mi consuelo fue ver que en seguida estaban los puestos de tiro al blanco y de canicas, por lo que no perdí la oportunidad de impresionar a otros intrépidos tiradores accionando varias veces el sonido de la música bailadora que anuncia que he dado en el blanco.
Después de tan fortuita demostración, seguí con mi andar, apreciando un circuito de motos para niños. Que dicha ver los ojos de esos jóvenes pilotos, mismos que reflejaban estar dentro de una carrera por la copa mundial; y es tan grande esa imaginación que casi pude percibir como varios de ellos sentían la euforia y cobijo de los aplausos de su público.
Una de las áreas que para mi gusto es de las más divertidas, es el mini golf de 9 hoyos, cabe mencionar que de nada sirvieron mis estrategias previamente planeadas, pues es de reconocer que no me daba más opción que reír y reír por mi desheredado espíritu de Lorena Ochoa; sonrojado no sé si por el calorcito del sol o por mí desempeño deportivo, logré terminar los hoyos, haciendo una promesa al viento que para el próximo encuentro saldría con la sonrisa de la victoria.
Tantas emociones y después del accidentado pero divertido golfito, recordé vagamente las emociones de un raspado, mismo que en mi infancia representaba haberme portado bien y de haber obtenido buenas calificaciones en la escuela, ya que era una refrescante recompensa: el raspado de vainilla con plátano, ese raspadito que mágicamente sin importar los años o décadas, no ha perdido su encanto.
La mayor sorpresa fue enterarme que hay gotcha, por lo que no podía dejar de conocer y de vivir esa experiencia. Por un momento sentí frustración ya que el recorrido del parque lo hacía sólo, pero para mí tranquilidad en la entrada se forman dos equipos, en los que uno tiene la opción de escoger a cual pertenecer; así también compra uno el número de balas que se quiere disparar, teniendo las opciones desde $50 pesos hasta los $400 pesos.
La adrenalina poco a poco comenzaba a crecer en mi interior y por un momento me sentí Chuck Norris, pero el saborear la combinación entre ardor y dolor del impacto de la bala en mi cuerpo, me hizo replegarme y recordar que Mario Almada solo hay uno. En definitiva creo que lo mío, lo mío, es la comida.
Así que no podía dejar la oportunidad de visitar el área gourmet, en especial las tradicionales garnachas, las suculentas y deliciosas tortas de pierna, considero que me hizo falta estómago para poder probar más opciones, ya que sus precios son accesibles para la mayoría de los visitantes.
Mientras comía, no pude evitar ver los caballos y ponys que dan en renta; es una muy buena opción para todos los padres que quieren que sus hijos tengan esa experiencia a un bajo costo, por cabalgar un circuito que intenta representar al viejo oeste.
La inocencia e imaginación de los niños es una fuente inagotable, muchos de ellos utilizaron los servicios de los pinta caritas y pidieron sin dudar se les plasmara a su héroe favorito en su rostro; la escena fue una explosión de sentimientos al ver la locura que reinaba en esos corazones.
Después de tener el placer de presenciar un enorme desfile de súper héroes, vi que las lanchitas seguían flotando sobre un agua clara y trasparente y aunque ya no eran las mismas lanchas de antaño, misteriosamente la magia seguía siendo la misma. Las carreritas se podían presenciar entre algunos navegantes, aunque hubieron marineros que tal parecía querían hacer del recorrido el más lento del mundo, dándose la oportunidad de observar el paisaje.
Por último pero no menos importante, llegué a la estación de tren, lugar donde los niños invaden de cuestionamientos a sus padres sobre las expectativas del recorrido. Los gestos, asombros, risas y esa enorme alegría que emana de esas pequeñas personitas contagian a los adultos llegando a ser una experiencia que a pesar de tener millones de problemas encima, logra uno olvidarlos, concentrándose únicamente en el sonido de los pájaros, trasladándose así, al mundo de los sueños y la imaginación.
Considero que a pesar de que el parque no tiene toda la atención del gobierno, éste es un lugar que aún sigue cumpliendo con el objetivo que fue creado: recrear a todos sus visitantes, combinando la naturaleza con los juegos y las emociones.

Cañón del Sumidero

El Cañón del Sumidero se encuentra ubicado en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, es una formación geológica ocurrida hace alrededor de 12 millones de años, con peñascos que alcanzan una altitud de 1150 metros sobre el nivel del mar, el Cañón del Sumidero es navegable a partir de 1980, luego de la construcción de la presa hidroeléctrica Manuel Moreno Torres, mejor conocida como Presa Chicoasén, es atravesado por el Río Grijalva, que nace en las montañas de Guatemala.

El Cañón del Sumidero, es un estrecho cañón de gran profundidad situado a 5 km de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, México; dentro del municipio de Chiapa de Corzo.

Por su gran riqueza ecológica y ser uno de los cañones más imponentes del mundo, el 8 de diciembre de 1980 se declaró como Parque Nacional Cañón del Sumidero con una extensión de 21,789 hectáreas, la relevancia del cañón del sumidero es tal que forma parte del escudo del estado de Chiapas y también fue nominado para ser una de las 7 Nuevas Maravillas Naturales.

Este cañón es producto de una separación de capas terrestres producto de una falla geológica durante el Pleistoceno, por sus dimensiones y vegetación tropical exuberante, este cañón es un importante atractivo turístico del estado de Chiapas.

El proyecto de conquista del Cañón del Sumidero nace desde la llegada de los españoles a tierra chiapaneca. En 1527, el capitán Luis Marín intenta esta travesía pero falla en su intento.

En 1534 aconteció la memorable Batalla de Tepetchía. Bernal Díaz del Castillo asegura que al no poder vencer Los Chiapas a su enemigo invasor, prefirieron morir arrojándose del peñón de Tepetchía en lo alto del Cañón del Sumidero.

En 1869, el grupo francés de los Hermanos Foudon y Pedro Gastinel, trataron de atravesar el Cañón del Sumidero, falleciendo todos en la aventura.

De 1915 a 1922, el maestro Marcos E. Becerra y un grupo de chiapanecos realizan avances de importancia, pero no se lanzan a la gran aventura; se tiene conocimiento de que fue el primer grupo que exploró la parte superior del Cañón del Sumidero.

El 17 de mayo de 1958, el Heroico Colegio Militar, en una expedición perfectamente equipada, al mando del general y exgobernador de Chiapas, Francisco J. Grajales, se proponen cruzar el Cañón, desistiendo después de muchos contratiempos. Hasta la fecha, esa fue la expedición que más había penetrado el Cañón del Sumidero: unos dos o tres kilómetros desde el paraje La Ceiba.

En agosto de 1959, un grupo capitaneado por Georgie White Clark, la Mujer de los Ríos, penetra un pequeño tramo y regresa, después de constatar que la travesía es superior a sus fuerzas. En ese mismo año, dos meses antes el explorador español Francisco Fernández Alberdi, se internó una mañana en un bote construido por él mismo; nunca se supo de la suerte que corrió dentro del caudaloso Río Grijalva.

En abril de 1960 fue conquistado el Cañón del Sumidero, hazaña que realizó el grupo chiapaneco Pañuelo Rojo. El 31 de marzo de 1960; antes de esa fecha el cañón del sumidero estuvo inexplorado en sus 25 km de longitud.

La manera más cómoda y habitual de llegar es en automóvil, autobús o pagando un recorrido guiado que puede incluir un recorrido en lancha y al complejo ecoturístico que está frente a la presa Chicoasén. Se toma la carretera de Tuxtla Gutiérrez hasta los miradores del Cañón.
Otra alternativa, la más espectacular por su sensación de aventura, es llegar en lancha, se puede zarpar desde los embarcaderos de la Rivera de Cahuaré o de la ciudad de Chiapa de Corzo.

Los gradientes de luz y calor sobre las paredes y salientes, y los abundantes escurrimientos propician varios microclimas que se observan en la vegetación y la fauna a diferentes alturas, mientras que en las profundidades salpicadas por murallas calcáreas de caprichosas formas resaltan verdes y rojas, 1,000 metros arriba hay pinos y encinos.

En las laderas con pendientes suaves menos iluminadas, hay ceibas, ocotes y ramones donde se refugia el mono araña y hocofaisan, a salvo de los cocodrilos que merodean. Los jaguares y otros felinos que habitaron estos parajes han sido desplazados por la presencia humana, no así numerosas variedades de aves a las que aún les sobra espacio para mantenerse a distancia como halcones, patos, garzas, pelicanos y en un día de suerte, puede apreciarse algún águila arpía.

Desde el primer mirador, “La Ceiba”, se vislumbra hacia la derecha Chiapa de Corzo, y ya en un plano más cercano se percibe con claridad cómo las paredes van tomando altura paulatinamente y el Río Grijalva queda apenas como una superficie móvil, a través de la cual las lanchas se adentran en los desfiladeros con sus visitantes.

Desde el segundo mirador “La Coyota”, se observan las proporciones de las inmensas paredes; tan altas resultan ser, que sólo se iluminan cuando el sol se encuentra en el cenit, pues fuera de esos momentos unas a otras se obstruyen el paso de la luz y esto, claro, determina la cantidad y tipo de vegetación que alberga, pues ésta varía de acuerdo con las condiciones de humedad existentes, la exposición al sol y los tipos de suelo en donde sujetan sus raíces.

En el mirador el “Roblar” es preciso caminar por un largo sendero empedrado entre árboles y arbustos, que se presta para contemplar las aves y otras especies de fauna, que deambulan normalmente por la selva baja y mediana que llega hasta los acantilados. Desde la terraza, las vistas de las paredes siguen siendo impresionantes y la vegetación, que se afianza para no caer, resalta aún más las enormes rocas verticales.

El mirador “El Tepehuaje”, el cuarto del recorrido, permite ver gran cantidad de aves que se balancean, apenas con extender sus alas, por las corrientes de aire que transitan por la parte alta del Cañón del Sumidero. Seguramente podrás observar las dos especies de zopilotes más comunes, el de cabeza gris (Coragyps atratus) y el de cabeza roja (Cathartes aura), que son algunas de las aves más conspicuas, sobre todo en las partes altas, pues anidan en las oquedades que las paredes del cañón ofrece, sin que tengan las molestias que otros depredadores les causan a sus polluelos en otras circunstancias.

El mirador “Los Chiapa”, es el último por estar localizado en uno de los recodos más pronunciados que las paredes forman, prácticamente permite observar el cauce del río en unos noventa grados, que desaparece a la izquierda, en una superficie confinada cientos de metros por debajo del mirador.

Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro

Ubicado en la zona de reserva natural El Zapotal, a tan solo cinco minutos del centro de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez, el Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro o ZOOMAT, es considerado como uno de los mejores zoológicos de Latinoamérica en su género.

El ZOOMAT estudia, protege y preserva especies y Se localiza en medio de una zona cubierta de selva mediana, que proporciona un hábitat similar al original. Las especies ahí exhibidas son ejemplares de la fauna regional y en peligro de extinción lo que hace de este zoológico el más importante en su género en el país; quetzal, tapir, guacamayas, jaguares, mono araña, pavón, nutrias, arañas e insectos son por mencionar algunas de las especies que ahí se encuentran. La visita al ZOOMAT es una de las mayores experiencias de cualquier viaje por Chiapas.

Se realiza el recorrido por 43 jaulas, 24 encierros, 3 estanques en las que el visitante puede observar a los animales que habitan en la región a través de un andador a manera de circuito.

Cuenta también con recorridos nocturnos, especiales para grupos de 10 a 15 persona mayores de 18 años. Martes y Jueves por el Museo Cocodrilo Jueves y Viernes por el Andador Zológico. Horario: 8:30 de la noche – Duración aproximada: 2 horas.

Teatro Emilio Rabasa

Se inaugura el 20 de noviembre del 1982 siendo el gobernador del estado Don Juan Sabines Gutiérrez; sobre un terreno de 6,000 m2 del antiguo Parque Madero tiene una capacidad para 1187 personas, 796 en la planta baja y 391 en la planta alta, el foro tiene una superficie aproximada de 800 m2.con la visión y el diseño del Arquitecto Abraham Zabludovsky. Presenta espectáculos de teatro, música, variedades, obras infantiles, festivales, proyecciones de cine, conferencias, asambleas, simposios y congresos.

El edificio cuenta con 415 metros de largo, conformado con los parámetros del Museo de Antropología de un lado, y la espesa arboleda del Jardín Botánico Dr. Faustino Miranda.

El Teatro Emilio Rabasa se programó para 1187 personas, ya que según los expertos es el límite adecuado para escuchar la voz humana y a la vez tener una visibilidad  adecuada. Es un edificio con volúmenes de concreto predominantemente cerrado, en que domina la obertura de la plaza cubierta de acceso al teatro.

El edificio está rodeado por taludes de pasto en dos de sus fachadas, lo que hace que propiamente sobresalga  la mitad  de la altura del volumen  y disminuye el impacto visual de los muros sobre el paisaje  ajardinado, así se establece una continuidad del parque hasta las paredes del teatro. Como un principio de diseño para el interior de este teatro, se consideraron materiales y formas para obtener condiciones acústicas de excelencia.

La distribución de las butacas son  de trazo de isóptica, el  acceso a la sala, hasta el diseño del plafón y los acabados  interiores de muros los cuales fueron  estudiados con el objeto de proveer al teatro el aislamiento requerido para todo tipo de eventos.

El Teatro  cuenta con una galería, cafetería, un amplio vestíbulo, servicios sanitarios para las dos plantas, tres camerinos individuales, vestidores generales para hombres y mujeres, sala de calentamiento y estacionamiento.