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Acerca de Balam

La pasión por escribir y el amor a Tuxtla me lleva a la necesidad de crear una página de recomendaciones objetivas de lugares y establecimientos que den un servicio de excelencia.

Regional Restaurant

Sintiendo la necesidad de comer comida típica de Teopisca, pero sin tener que salir de Tuxtla Gutiérrez, me encontré con éste restaurant que se encuentra en lado poniente de la ciudad, sobre el Boulevard Dr. Belisario Domínguez número 5525.

Aunque a primera vista tiene pocos cajones de estacionamiento, cabe destacar que cuenta con otro espacio externo para aparcar mayor número de vehículos, sin que esto represente molestia alguna para los visitantes, ya que hay servicio de valet parking sin costo alguno.

El inicio de una buena experiencia daba inicio con el trato amable por parte del personal, mismos que se encargaron de recibirnos con toda la buena actitud que pueda tener una persona que gusta de la profesión a la que se dedica.

Al ser instalados en nuestra mesa, mi esposa y Yo no dejábamos de comentar lo agradable del lugar en todos los aspectos; es decir, de la armonía conjugada del mobiliario de madera de las mesas y sillas con la fresca temperatura que había.

Tuvimos a bien ordenar nuestros guisos con el mesero, pero para nuestra sorpresa, el tiempo que le llevo a la cocina prepararlos fue bastante rápido, tanto así que por un momento llegue a pensar que esos platos que estaban en la mesa, habían sido algún pedido cancelado de algún otro comensal.

De todos los restaurantes que me he tomado la molestia de visitar, me atrevo a comentar que la rapidez del servicio de la cocina es el más rápido que conozco hasta hoy día; comento lo anterior no solo basándome en la prontitud de mi pedido, sino también por el eficaz servicio que le dieron a otras cuatro mesas que relativamente ordenaron posterior a nosotros.

Aquí comprobé que no necesariamente la rapidez es sinónimo de sacrificar la calidad del producto, puesto que la cecina estaba bien cocida, tal cual fue comandada. Así mismo me es imprescindible mencionar el sabor tan rico y tradicional de Teopisca que tenía nuestra orden.

Mientras comíamos, me llamo la atención el área de juegos para los niños, pues tiene algo en particular que si hubiera ido el mayor de mis hijos, estoy casi seguro que sería su nuevo lugar favorito, pues cuentan con consolas de Xbox para uso y disfrute de los amantes a los videojuegos.

Lamentablemente no todo es perfección, pues curiosamente los dos meseros que estaban a cargo, su servicio se desacelera una vez que cumplieron con la parte de servir rápida y eficazmente los alimentos, puesto que dejan de estar pendientes de la mesa y tuvimos que pedir nos asistieran con levantar la loza que ya habíamos usado.

Con respecto a los postres, les comento que si son de comer poco dulce, es mejor pedir un postre para dos personas, ya que las porciones son grandes, y aunque no fue un sacrificio de mi parte el terminar hasta la última porción de helado, siento que si llegue a niveles altos de glucosa en mi organismo.

En cuanto a los precios, si pongo en una balanza, el buen ambiente del lugar, las instalaciones limpias, la calidad, la buena sazón de la cocina y la atención por parte del personal, considero que sus precios son justos y accesibles, ya que el promedio que se podría gastar oscila entre los $100.00 y $160.00 pesos por persona.

Así que si estás buscando un buen lugar típico regional sin salir de la ciudad, tengo a bien recomendar ampliamente al “Regional Restaurant”.

Café “Chichón” Oriente

Buscando un buen café de lado norte oriente de la ciudad Tuxtla Gutiérrez, para platicar con mi amigo y socio; ambos tomamos la buena decisión de ir al Café Chichón que se encuentra ubicado sobre la avenida principal de la colonia Las Palmas.

Cabe mencionar que aunque no cuenta con estacionamiento propio, no nos fue difícil aparcar el vehículo a pocos metros del negocio.

Era alrededor de las 13:00 horas y aunque en el carro veníamos con el clima, al bajarnos, sentí lo bien que estaba realizando su trabajo el Sol, ya que esos pocos pasos que di por la acera me hizo imaginarme que estaba caminando por el desierto, siendo la puerta de la entrada del café un refrescante alivio para el calorcito que estaba sintiendo.

El calor no fue lo único que se fue al ingresar, sino que el ruido del tráfico de la ciudad había cambiado por una música de fondo que era agradable auditivamente, por lo que la experiencia de nuestra visita, comenzaba a pintar favorable.

Otro de mis sentidos que sintió agradecimiento, fue el de la vista; es de reconocerles que la persona que estuvo a cargo del diseño arquitectónico hizo bien su trabajo, a pesar de que tiene pocos metros cuadrados de construcción, hizo del local, un lugar armoniosamente acogedor, mismo que cuenta con tres zonas de mesas: un espacio exterior para los que gustan del aire libre, un balconcito en el interior para los que gustan de las alturas y por último, un área en el interior con la opción de poder sentarse en sillas o sillones.

La bienvenida estuvo a cargo del único mesero que se encontraba laborando, pero por el horario y para las únicas dos mesas que nos encontrábamos, creo que era más que suficiente para brindarnos un servicio admisible.

Sin mucho preámbulo, ordené una naranjada natural sin azúcar para tomar, pero sucedió algo curioso con mi bebida, pues aunque el camarero afirmó que el jugo de naranja con el que elaboraron mi refresco era natural, Yo nunca sentí que así lo fuera, e independientemente de lo que él pudiera afirmarme, juré que nunca más en mi vida volvería a ordenar lo mismo.

Con respecto a lo ordenado por mi amigo, no hubo objeción alguna, ya que en dos o tres ocasiones mencionó lo rico que le sabía su té.

He leído y escuchado algunos comentarios negativos respecto al servicio que ofrece el personal en los diferentes cafés de esta cadena, pero al menos en esta ocasión y en esta sucursal, la amabilidad, la prontitud de la barra para despachar nuestros pedidos y la calidez de su trato, fue de un buen nivel.

Respecto a los precios que manejan, tomando en consideración el ambiente, las instalaciones, la barra, el rico café que sirven y el buen servicio que ofrecen, considero que son aceptables, ya que están dentro del rango de $50.00 a $100 pesos por persona.

En base a lo que viví, si estás buscando un café donde pasar un momento agradable en compañía de amigos, pareja o de un buen libro, sin lugar a duda esta es una buena opción, en la que no necesitas gastar mucho para sentirte y pasártela bien, pero eso sí, jamás pero jamás pidan una naranjada con agua natural y sin azúcar.

Restaurante Campestre Rica Villa

Sintiendo la necesidad de respirar aire un poco más fresco del que se puede obtener dentro de la ciudad, recordé dos recomendaciones que gentilmente me hicieron un familiar y un buen amigo, por lo que decidí darme la oportunidad de conocer este restaurante campestre que se encuentra a las afueras de la ciudad, rumbo al municipio de San Fernando, Chiapas; en el kilómetro 10.2 de la carretera Internacional número 190.

La belleza del diseño del establecimiento se puede apreciar desde la entrada, en donde conjugaron armoniosamente la madera, la piedra, el acero, la naturaleza y hasta una pequeña corriente de agua que solo puede ser atravesada por puentes.

Al ingresar con mi esposa a la zona de mesas y poder tener otra vista de las instalaciones, no podíamos dejar de seguir comentando respecto a los bonitos detalles de la construcción y de la buena elección que habíamos tomado al querer desayunar en un lugar campestre; por lo que asumimos que nuestra experiencia en el lugar sería completamente satisfactoria.

Lamentablemente las cosas no salieron como pintaba; comenzando con el mal servicio que proporcionaron el personal de meseros; los cuales parecían estar inmunes a las peticiones de los comensales (y eso que sólo éramos cuatro mesas para cuatro meseros).

Tratando de ignorar la pésima atención por parte del personal, decidimos que dichas acciones no echarían a perder nuestro desayuno, por lo que con toda la disposición del mundo nos dirigimos a la barra del buffet de alimentos.

El menú no tenía muy buena vista, ya que los plátanos fritos y el chorizo estaban quemados, teniendo una apariencia de carbón seco. Curioseando las demás bandejas, no logré que algo llamara mi atención, por lo que pregunté a un mesero si podía ordenar a la carta, ya que las recomendaciones que me dieron, fue respecto a las carnes rojas y así mismo le hice ver que no había nada del buffet que se me antojara a simple vista. Con una voz firme e indiferente, me comentó que en las mañanas no se servía a la carta.

No teniendo más opciones, nos dispusimos a probar un poco de cada alimento y absolutamente en ninguno de ellos encontramos algo especial. Todo tenía un sabor tan común, que no hace falta ser chef o tener experiencia alguna para poder igualar o mejorar cualquier guiso de los que estaban servidos.

Con toda la pena del mundo me anime a interrumpir la tan armoniosa platica del personal, para pedirles que nos asistieran levantando los platos sucios que habíamos dejado, cabe hacer mención que observé que las otras tres mesas tenían que estar pidiendo también asistencia del personal, para que les levantaran las losas usadas, así como también las servilletas sucias.

Pedí hablar con el encargado del negocio para que pudiera platicar con él, mismo que amablemente suspendió sus actividades para atendernos. Es de importancia resaltar que tuvo toda la disposición de escuchar mis comentarios y de informarme que sí existe la opción de ordenar a la carta, si el cliente así lo desea, por lo que no encontró explicación alguna del porque me fue negado ese servicio.

Independientemente que tuvo la gentileza de disculparse a nombre del personal a cargo, es de suma importancia que la administración capacite y concientice a su recurso humano de lo primordial que es verdaderamente atender a sus visitantes con calidad de servicio, ya que eso puede ser un factor de asegurar el éxito o fracaso del negocio.

Respecto al precio del buffet por persona, es de $ 130.00 pesos, mismos que es relativamente módico si se refiere al buen ambiente que sólo puede lograr unas hermosas instalaciones; pero si nos referimos al valor por los alimentos, considero que el costo es alto, ya que lo ahí servido aunque no tiene un mal sabor, pero sí un sabor común que se puede fácilmente reproducir en casa sin esfuerzo alguno.

Con el único fin de dar el beneficio de la duda, quiero expresar que deseo regresar al lugar y darme la oportunidad de probar las carnes rojas que vienen en la carta, mismos que ha sido objeto de recomendaciones.

La Pila de Chiapa de Corzo

Situada en la Plaza de armas del municipio de Chiapa de Corzo, luce resplandeciente la fuente que dignamente representa ante el mundo a un pueblo místico, lleno de leyendas, que aún con el pasar de los años siguen sorprendiendo a las nuevas generaciones, haciendo de este lugar, una atracción turística nacional e internacional.

Tarde a tarde se puede observar como los autobuses, minivans, coches y camionetas buscan un lugar donde aparcarse y puedan así sus ocupantes, bajar a explorar un pueblo chico en extensión pero grande en tradición y cultura.

No importa en qué parte de los siete mil metros cuadrados que tiene aproximadamente la plancha del parque se ingrese, la magia arquitectónica de ocho caras me atrapó; el ver a la gente sentada a sus alrededores me hizo imaginar que así se reunían las chiapanecas para sociabilizar en la época posterior a la conquista.

El misticismo lo pude sentir, y aunque notablemente acaba de sufrir una remodelación por parte de las autoridades municipales; aún se conserva ese estilo Mudéjar de perfecta unión de ladrillos rojos, mismos que acobijan en el centro de la construcción a una fuente muy especial, ya que al acercarse se puede notar que debajo del agua hay varias monedas de diferentes denominaciones.

No pude evitar el transmitirle a mis hijos una de las historias que mi padre me contaba acerca del motivo del dinero en el fondo de la Pila de Chiapa de Corzo; según esa historia, los visitantes que deseen que la fuente les conceda un deseo, primeramente se debe hacer la petición de frente sujetando una moneda con la mano derecha, al concluir la súplica se coloca uno de espaldas y en un acto de Fe se arroja la moneda hacia atrás, la cual deberá caer dentro del primer y más chico recipiente de agua, para que lo que se haya pedido pueda cumplirse cabalmente. Cabe hacer mención que tristemente casi me quedo sin efectivo de tanto que arrojamos con mi familia sin tener tino alguno.

Como premio de consolación caminamos hacia unos triciclos que venden los tradicionales chicharrones en sus diferentes presentaciones, las crujientes palomitas con sal, los elotes, esquites y por último pero no menos importante, los curtidos de nance y de jocote. Mientras comprábamos me di cuenta que la actitud de algunos vendedores para con las personas que intentan estacionar sus coches a línea de calle del parque, es de cierta forma negativa, ya que muestran gestos de molestia e incluso emiten comentarios ofensivos para cuando algún chofer intenta estacionarse cerca; independientemente de lo groseros que puedan ser, también toman una actitud arrogante sintiéndose dueños del espacio en la calle, marcando su territorio en demasía con sillas o botes que impiden aún más el libre estacionamiento.

Considero que el gobierno debe de agrupar a los vendedores dentro de una superficie perfectamente bien delimitada, para evitar discusiones con los choferes que desean encontrar un lugar donde aparcar su automóvil; así también seria de vital importancia sensibilizar a los comerciantes informales la importancia de tratar bien al turismo, ya que dependiendo de la experiencia vivida por cada uno de los visitantes, es sinónimo de la buena o mala publicidad que puede recibir el parque.

A manera de ignorar tan lamentable momento, comenzamos a caminar hacia un árbol que por su grandeza llama su atención, en efecto, me refiero a esa frondosa Pochota que esta salvaguardada con una cerca perimetral de malla; entre la frescura de su sombra y el ruido de los pájaros, vienen nuevos recuerdos de otras leyendas que me fueron contadas, como el de los místicos enanitos que salen en la noche, o también de cómo la Pochota fue testigo de muchos ahorcamientos de personas y de supuestos traidores a la patria.

Dentro de la lista de ejecutados, hay uno en particular que no puede dejarse de mencionar, el Coronel Enrique Verdi, quien fuera sentenciado a muerte por haber violado y matado a una niña vendedora; su muerte estuvo llena de comentarios populares en los que cuentan que él tenía un pacto con el diablo, ya que al quitarle la camisa se percataron que tenía un tatuaje con la imagen del demonio, y porque también momentos después de su muerte, la plaza fue sacudida por un torbellino, dando por asentado entre los asistentes que era el espíritu del oficial que estaba siendo llevado por el mismísimo Diablo. La Pochota presenció el fin de su vida, para también fue testigo del nacimiento de la leyenda del “Brujo Grande”.

Por todo lo anterior tengo a bien recomendar visitar la pila de Chiapa de Corzo, misma que orgullosamente representa la grandeza de un pueblo chico, tan lleno de magia, de cultura, de tradiciones y de leyendas.

El Rincón de Josefina

Me di la oportunidad de visitar el restaurante que es conocido y autonombrado como la casa de los chilaquiles, para probar el sabor de una cocina que ha tenido sus puertas abiertas desde 1986, misma que ha sabido mantenerse en el buen gusto de la sociedad chiapaneca.

Para acceder al estacionamiento se tiene que descender de la línea de calle, pero conforme se va bajando, se va uno sumergiendo en un rinconsito lleno de naturaleza viva, en donde el color verde predomina y el aire comienza tener cierta frescura.

Cabe mencionar que el nombre del establecimiento es exactamente una descripción física del negocio, ya que se ubica en un rincón del Hotel la Hacienda; pero en cuanto a Josefina, me imaginé por un momento que era el nombre de la dueña, llevándome la grata sorpresa, que optaron por llamarle así, en honor a la abuelita de la Sra. Aida Pastrana, la propietaria del lugar.

Un pequeño pero muy verde pasillo es la entrada a ese rincón, en el que curiosamente mientras elegíamos donde sentarnos mi esposa y yo, todo lo que mis ojos podían ver, me trasladó mágicamente a esos comedores rústicos donde alguna vez comí de niño.

El personal que no se encuentra uniformado, los ruidos de las hojas que son movidas por el viento, la música hasta cierto punto con más volumen de lo tradicional, pero sin llegar a ser molesto, esas paredes descubiertas parcialmente de repello que dejan ver el color rojo de los ladrillos (cómo cual mujer coqueteara elegantemente) lograron hacerme sentir en conjunto las raíces de mi tierra, es decir, mi pueblito querido.

Se acerca una joven mesera con actitud fresca y natural (sin preocupación por algún protocolo) para tomarnos la orden y al mismo tiempo se tomó la molestia de explicarnos promociones y paquetes que tienen previamente impresos en la carta y hacernos recomendaciones; cabe señalar que todos y cada uno de los platos contienen chilaquiles (fue ahí donde comprendí porque se autodenominan: la casa de los chilaquiles).

La única entrada que ofrecen es una rica sopa de chipilín, que para el paladar de mi hermosa acompañante fue una de las mejores sopas de chipilín que ha degustado, desafortunadamente yo opté por sopear ese rico pan dulce en el café.

El tiempo de espera para que nos sirvieran el plato fuerte, fue dentro de lo tolerable; las órdenes de cecina y arrachera nos las sirvieron con una guarnición de frijolitos, aguacate y un tamalito de chipilín (que para nuestro humilde paladar en cuestión del tamal, algo le hace falta), teniendo como fondo en el plato a los famosos y tradicionales chilaquiles.

Yo no sé si la emoción estaba vigente del recuerdo de mi pueblito, pero en especial los chilaquiles en cada bocado que daba, irremediablemente me trasladaba a ese sabor que solo se podía conseguir en épocas pasadas de la vieja cocina de pueblo, en el mejor de los sentidos.

Los precios que una persona en promedio que puede gastar en el desayuno oscila entre los $100 y $140 pesos, que en relación al sabor, calidad y cantidad me parecieron accesibles y más aún si agregamos el plus del buen ambiente que hay y del buen servicio que ofrece el personal, que aunque no sea especializado, sí obtuvimos una atención a muy buen nivel e incluso mucho mejor que otros restaurantes que hemos visitado.

Sin lugar a dudas este es un negocio que también ha trascendido a través del tiempo y ha salido victorioso en la constante lucha de seguir dentro de la lista de los mejores restaurantes dentro de la ciudad, dicho logro había sido un esfuerzo solo de la primera generación de dueños, pero al día de hoy, es un esfuerzo combinado con una segunda generación.

Tuvimos la suerte de conocer a la gerente e hija de la Sra. Aida Pastrana, la cual tuvo la gentileza de ofrecernos gustosamente una promoción para nuestros lectores; dando el 20% de descuento en el consumo general, en cualquier día de la semana con el simple hecho de comentar que dicha oferta la leyeron en esta página. No aplica con otras promociones.

Restaurante “Flamingo”

Años de sobrevivir a explosiones de aperturas de nuevos restaurantes en nuestra ciudad capital de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; hay uno en especial, que ha logrado trascender a través de los años (desde 1967 para ser exactos) consiguiendo que sus comensales siembren involuntariamente en sus hijos, la costumbre de visitar al restaurant “Flamingo”. Convirtiendo ese hábito, en una herencia de generaciones.

Me atrevo a mencionar lo antes citado, producto de lo que ha sucedido en mi familia, mi padre es responsable de que tenga la fortuna de conocer dicha empresa; así también, hace un par de años tuve a bien llevar a mi familia, por lo que mi hijo mayor tiene frecuentemente la tendencia de querer degustar tan rica tradición.

Una música de fondo te recibe al cruzar la puerta de entrada, misma que en conjunto con las mesas y sillas te trasladan irremediablemente a los 80´s, los recuerdos de mi niñez y adolescencia vienen a mi mente, junto con un ligero aire de nostalgia y melancolía.

El recurso humano se hace presente con un alto sentido de vocación a servir, puesto que se acerca uno de los dos meseros para recibirnos y darnos una educada bienvenida, en la que nos mencionó su nombre, el cual era Alejandro; posteriormente nos ofreció algo de tomar, mientras nos proporcionaba la carta.

Mientras mi esposa decidía que iba a desayunar, me di la oportunidad de contemplar la infraestructura del establecimiento, siendo la madera un elemento muy importante en el diseño e imagen, debido a que se encuentra en paredes, columnas, y en la barra de bebidas; es de notar el buen mantenimiento y conservación que existe.

El lugar cuenta con un pequeña terraza, para aquellos que gustan de fumar; así también hay un pequeño espacio pensado en los niños, en el que se encontraba un brincolin desinflado (me imagino, lo han de inflar los fines de semana o salvo petición de algún pequeño visitante).

Después de unos minutos de espera y de haber ordenado nuestros alimentos a nuestro camarero, vi como una ventana se abría y casi al mismo tiempo se escuchó el sonar de una campanita que anunciaba un platillo preparado; pero éste, antes de ser servido, es revisado por el encargado, quien se percató que los “Huevos motuleños” que había pedido mi esposa estaban demasiado secos, regresándolos de nuevo a la cocina para su correcta presentación.

Los colores tan vivos en nuestros platos hacían ver que nuestros alimentos estaban frescos y de buena calidad, verdaderamente ningún detalle a la vista, todo lo servido se antojaba comerlo, por lo que sin dudar, acudimos a los tenedores para iniciar el festín.

En lo personal, no encuentro palabras para describir la textura, aspecto, sabor y el agradable olor de esas “Puntas de filete al albañil”, todo lo que mis ojos habían visto, simplemente se quedaron cortos, no encontré un solo detalle, nada que no me agradara, bastó darle sólo un bocado para declararme fan nuevamente de Flamingo.

Otros de los puntos destacables del negocio, es la limpieza del lugar, incluyendo los sanitarios, mismos que lucen renovados y que sólo tienen un detalle, no cuenta con acceso para discapacitados, desafortunadamente nada es perfecto, siendo éste, un pequeño gran problema, que espero busque la administración como solventarlo.

En cuanto a los precios y en relación al sabor y calidad de los alimentos, considero que es muy accesible, debido a lo satisfechos que quedamos por el módico costo de $210.00 pesos ya con el servicio incluido, el cual cabe destacar, es de manera voluntaria y en ningún momento fue solicitado.

El Flamingo es un restaurant que no necesita de espectaculares, ni de grandes campañas de publicidad; la actual administración ha apostado a la tradicional estrategia de ser recomendado, coloquialmente dicho “de boca en boca”. Aportando mi granito de arena con esa tendencia, moralmente me siento deseoso de recomendarlo ampliamente.

Restaurante “Oasis”

No hay fecha que no se cumpla, ni hora que no llegue, un viejo compromiso habría que cumplir; la promesa de llevar a mi socio y amigo a degustar un rico plato de chilaquiles en salsa roja había llegado.

9:45 a.m. llegamos al restaurant “Oasis” del Hotel “Palace Inn”, el cual te recibe con un ligero ruido de una fuente, misma que independientemente que es grata a la vista, funge un papel como de relajamiento auditivo, haciendo una perfecta armonía con las plantas del jardín, las mesas y sillas, incluso las paredes de vidrio que dividen en dos zonas el establecimiento, la interior y exterior.

Desafortunadamente no tuvimos tanta suerte de encontrar mesa disponible cerca de la entrada en el área exterior, teniendo como única opción sentarnos al fondo del pasillo, para mínimo poder apreciar la naturaleza de cerca.

Al principio, el personal de servicio, nos atendió de manera normal y hasta cierto punto dentro de los tiempos permitidos o razonables de espera, ofreciéndonos algo de tomar y proporcionándonos la carta. Sintiendo poca necesidad de consultarla, pues ya teníamos más que claro que íbamos a desayunar.

La conversación entre nosotros, como siempre, fluyó casi de manera instantánea, entre recuerdos de reencuentros de la preparatoria y las malas experiencias con los fraudes en la compra venta de automóviles, los minutos fueron transcurriendo; hasta que de repente sentimos un abandono total por parte de los dos únicos meseros que trabajan en el turno.

Resulta que era hora del lonche del personal o al menos eso concluimos, al verlos que muy a gusto estaban tomando su cafecito con pan, se miraban tan cómodos, que me daba pena interrumpir, pero las ganas de alimentarme fue mayor, por lo que no dude en llamarles y pedir que nos tomaran la orden.

De la cocina solo puedo agradecer por dejarme bien con los comentarios y promesas que hice a mi amistad, ya que he de reconocer que dentro de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, no hay competencia alguna para los chilaquiles que ahí sirven, son un verdadero agasajo para el paladar, tanto que en el momento me hizo olvidar cualquier mal sabor producido por parte de los camareros. Aunque tal pareciera que éstos, estuvieran empeñados en realizar una mala atención, puesto que solicitamos otra bebida y nuevamente estaban físicamente presentes pero mentalmente creo estaban en el país de las maravillas conociendo a Alicia.

Dentro de las impresiones por parte de mi socio con respecto a los alimentos que consumimos, coincidió en lo supremo del sabor, dándole una calificación de 9.5 a los chilaquiles (la verdad, considero muy reservado esa evaluación, pero es su criterio y es muy respetable).

Refiriéndome al resto de los alimentos que sirven, puedo ser honesto y decir que tienen un buen nivel, haciéndole competencia a cualquier franquicia nacional o extranjera, siendo incluso de mejor calidad y sabor.

Pareciera ser este el lugar perfecto y lo fuera, de no ser por el pequeño pero a la vez gran detalle del servicio, por lo que tengo a bien recomendar un poco más de capacitación y concientización al personal encargado de la atención directa al público.

Toda la armonía del diseño arquitectónico, los espacios y detalles, la naturaleza que se puede apreciar y hasta cierto punto respirar, la buena cocina combinada con precios accesibles, hacen que el satisfacer una necesidad básica como lo es el desayunar, sea todo un momento de placer, relajación y gozo.

Restaurant Buffet “La Calabaza”

Dentro de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, existen pocos restaurantes que dan el servicio de buffet todos los días de la semana, siendo “La Calabaza” el lugar favorito de comensales que se reúnen bajo cualquier pretexto, llámese cumpleaños, trabajo o para ponerse al día con las noticias de los últimos acontecimientos sociales de sus amistades y/o familiares.

Cumpliendo con una cita de amistad previamente acordada, llegué corriendo al restaurant con más de 30 minutos de retraso, por lo que como loco quería aparcarme justo a un costado del acceso, ignorando que el establecimiento cuenta con dos estacionamientos para la comodidad de sus visitantes.

Al entrar fui recibido por una hermosa señora, misma que ostenta el puesto de hostess, cabe mencionar que la calidez de su atención y la amabilidad con la que trata a los visitantes, logra detonar casi instantáneamente el sentimiento de tranquilidad. Por lo que después de darme la bienvenida, gustosamente me acompañó hasta la mesa donde se encontraba aguardando mi amistad. El buen trato por parte del personal se seguía sintiendo, puesto que apenas me empezaba a acomodar en la silla y uno de los ocho meseros se acercó para recibirme y preguntarme si se me ofrecía algo de tomar.

Creativamente hay siete letreros colgantes de madera en su interior, mismos que facilitan información a los clientes de las diferentes secciones de alimentos y bebidas.

El primer anuncio a mi derecha es el denominado “Rincón chiapaneco”, donde hallé el café de olla y el chocolate de olla calientito, que pese a que se veía de buen tomar, seguí mi camino hasta llegar a la zona de “Jugos y cereales” en la que exhiben bebidas frías, como el tradicional chocomilk, los jugos de naranja y el jugo verde.

Nuestros Guisos

Nuestros Guisos

El letrero “Nuestros guisos” anuncia diferentes tipos de guisados y guarniciones, tres de cada uno para ser exacto. A un costado se localiza “Antojitos regionales” en donde se pueden encontrar tacos fritos, empanadas, cuatro opciones de tamales, plátanos fritos y los verdaderamente ricos frijoles refritos.

Conforme lo que hasta ahí había visto, mi apetito creció, sintiendo que era inútil seguirme haciendo de la boca chiquita, por lo que tomé un plato para servirme una porción de chilaquiles, aunque lamento haberme servido después de mi amistad, ya que sin poder hacer nada, vi como arrasó con el queso fundido; embargándome el sentimiento Chino: “Puro Milal”

Formando parte de mi dieta y haciendo acto de presencia, los taquitos fritos, los frijoles y los plátanos fritos sirvieron de guarnición en mi primer plato. El letrero de “Quesadillas” hizo que sin importar las calorías, pidiera al cocinero me preparara unas de jamón con tocino de puerco. Lo cual cabe destacar que nuevamente el recurso humano y su amable disposición es algo muy destacable de la empresa.

Al comenzar a degustar mis alimentos, encontré un sabor rico y fresco en ellos, pero algo en particular llamó la atención tanto de mi amistad como la mía, eran los plátanos fritos, al intentar masticarlos se sentía una cierta dureza en ellos; no conforme con la situación, me levanté para cuestionar al cocinero, el cual gentilmente argumentó que los platanitos se ponían duros, debido a que todavía no alcanzaban su madurez, es decir, que algunos estaban verdes. Considero un error de la administración haberlos proporcionado para su cocimiento, siendo preferible mejor anunciar que se encontraba agotado.

Otro detalle, fue ver una charola que contenía “Carnitas estilo Michoacán”, pero sin importar donde viéramos, jamás encontramos tortillas, sintiendo frustración por no poder prepararnos unos taquitos suaves, así mismo consideramos inútil probar una salsa verde que simplemente quedó en la imaginación su sabor.

Independientemente de los incidentes mencionados con anterioridad, nos dispusimos a disfrutar del resto de los alimentos, todos y cada uno de ellos hicieron que poco a poco fuera quedando en el olvido ese mal sabor de boca producido por los plátanos fritos; desde los tamalitos hasta las presas de pollo en salsa verde, fungieron como un verdadero festín para el paladar.

El ambiente que se percibía era agradable, sin importar a donde mirara, sólo podía ver rostros sonriendo que reflejaban comodidad, satisfacción y alegría; y más aún, cuando lentamente salía la hostess de la cocina con un pastelillo que llevaba una velita prendida y un sombrero de colores que tenía como destino la cabeza de algún afortunado cumpleañero. Sin importar el número de acompañantes, todos eran motivados para cantar las tradicionales mañanitas.

La limpieza del lugar es bastante buena a excepción de los baños, aunque puede ver que tenazmente vacían los botes de basura, es notable la diferencia de limpieza con respecto al retrete, ya que denota su frecuente uso, debido a la cantidad de visitantes que me imagino ha de recibir durante el desayuno; considero importante la constante supervisión y aseo de este espacio para lograr así una mejoría de calidad.

Los precios del restaurante varían de acuerdo al día que se visite, siendo miércoles el más económico para ir, teniendo un costo de $129.00 pesos; los días lunes, martes, jueves y viernes asciende a $149.00 pesos; y por último, los sábados y domingos, manejan un precio de $189.00 pesos.

En general “La Calabaza” es un restaurant que poco a poco va forjando y escribiendo su propia historia, logrando ser para sus visitantes, un punto de reunión por excelencia en el que pueden degustar una buena y rica gastronomía en compañía de sus seres queridos dentro de un contexto armoniosamente relajante.

Centro de Convivencia Infantil

Una lluvia de sentimientos encontrados tengo al visitar este parque, recuerdos de mi infancia y de los años en los que el único problema que embargaba a mi ser, era que el día tuviera más horas y de que la luz del sol tardara en meterse.
Desde el estacionamiento se puede observar algunos juegos mecánicos, a través de la barda perimetral de malla, misma que al cruzarla puede uno olvidarse de los problemas agobiantes del diario vivir y dejarse atrapar por la diversión, los juegos, la naturaleza y los antojitos que bien han logrado sobrevivir por más de tres décadas.
A pesar de tener una serie de remodelaciones, que a mi juicio no han sido concluidas ninguna de ellas, se percibe un aire de descuido y de deterioro tanto del lugar como de algunos juegos, basta alzar la mirada y ver el letrero en el marco de la entrada principal al parque, mismo que anuncia el nombre de éste, le hacen falta tres letras, dejando a la buena imaginación e interpretación de sus visitantes la complementación de las palabras.
Comienzo la aventura de caminar por el parque tomando la primer decisión: iniciar el recorrido por la derecha o por la izquierda; el cual debo admitir que no me costó mucho trabajo definir, ya que a mi derecha los clásicos juegos de ferias hacían el ruido mágico que irremediablemente te hace voltear y querer ir lo más pronto posible, cabe mencionar que dichos juegos sólo son para un público infantil; mi consuelo fue ver que en seguida estaban los puestos de tiro al blanco y de canicas, por lo que no perdí la oportunidad de impresionar a otros intrépidos tiradores accionando varias veces el sonido de la música bailadora que anuncia que he dado en el blanco.
Después de tan fortuita demostración, seguí con mi andar, apreciando un circuito de motos para niños. Que dicha ver los ojos de esos jóvenes pilotos, mismos que reflejaban estar dentro de una carrera por la copa mundial; y es tan grande esa imaginación que casi pude percibir como varios de ellos sentían la euforia y cobijo de los aplausos de su público.
Una de las áreas que para mi gusto es de las más divertidas, es el mini golf de 9 hoyos, cabe mencionar que de nada sirvieron mis estrategias previamente planeadas, pues es de reconocer que no me daba más opción que reír y reír por mi desheredado espíritu de Lorena Ochoa; sonrojado no sé si por el calorcito del sol o por mí desempeño deportivo, logré terminar los hoyos, haciendo una promesa al viento que para el próximo encuentro saldría con la sonrisa de la victoria.
Tantas emociones y después del accidentado pero divertido golfito, recordé vagamente las emociones de un raspado, mismo que en mi infancia representaba haberme portado bien y de haber obtenido buenas calificaciones en la escuela, ya que era una refrescante recompensa: el raspado de vainilla con plátano, ese raspadito que mágicamente sin importar los años o décadas, no ha perdido su encanto.
La mayor sorpresa fue enterarme que hay gotcha, por lo que no podía dejar de conocer y de vivir esa experiencia. Por un momento sentí frustración ya que el recorrido del parque lo hacía sólo, pero para mí tranquilidad en la entrada se forman dos equipos, en los que uno tiene la opción de escoger a cual pertenecer; así también compra uno el número de balas que se quiere disparar, teniendo las opciones desde $50 pesos hasta los $400 pesos.
La adrenalina poco a poco comenzaba a crecer en mi interior y por un momento me sentí Chuck Norris, pero el saborear la combinación entre ardor y dolor del impacto de la bala en mi cuerpo, me hizo replegarme y recordar que Mario Almada solo hay uno. En definitiva creo que lo mío, lo mío, es la comida.
Así que no podía dejar la oportunidad de visitar el área gourmet, en especial las tradicionales garnachas, las suculentas y deliciosas tortas de pierna, considero que me hizo falta estómago para poder probar más opciones, ya que sus precios son accesibles para la mayoría de los visitantes.
Mientras comía, no pude evitar ver los caballos y ponys que dan en renta; es una muy buena opción para todos los padres que quieren que sus hijos tengan esa experiencia a un bajo costo, por cabalgar un circuito que intenta representar al viejo oeste.
La inocencia e imaginación de los niños es una fuente inagotable, muchos de ellos utilizaron los servicios de los pinta caritas y pidieron sin dudar se les plasmara a su héroe favorito en su rostro; la escena fue una explosión de sentimientos al ver la locura que reinaba en esos corazones.
Después de tener el placer de presenciar un enorme desfile de súper héroes, vi que las lanchitas seguían flotando sobre un agua clara y trasparente y aunque ya no eran las mismas lanchas de antaño, misteriosamente la magia seguía siendo la misma. Las carreritas se podían presenciar entre algunos navegantes, aunque hubieron marineros que tal parecía querían hacer del recorrido el más lento del mundo, dándose la oportunidad de observar el paisaje.
Por último pero no menos importante, llegué a la estación de tren, lugar donde los niños invaden de cuestionamientos a sus padres sobre las expectativas del recorrido. Los gestos, asombros, risas y esa enorme alegría que emana de esas pequeñas personitas contagian a los adultos llegando a ser una experiencia que a pesar de tener millones de problemas encima, logra uno olvidarlos, concentrándose únicamente en el sonido de los pájaros, trasladándose así, al mundo de los sueños y la imaginación.
Considero que a pesar de que el parque no tiene toda la atención del gobierno, éste es un lugar que aún sigue cumpliendo con el objetivo que fue creado: recrear a todos sus visitantes, combinando la naturaleza con los juegos y las emociones.